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    Tramas

    Badri Lomsianidze

    Museo del Traje

    17.06.2011 – 31.08.2011

    Badri Lomsianidze (Kutaísi, Georgia, 1961) es un artista multidisciplinar que realizó la carrera de bellas artes especializándose en el campo del diseño textil. Desde el principio comprendió que los tejidos se podían relacionar, mejor que ningún otro material, con su forma de hacer arte. La flexibilidad y maleabilidad de las telas posibilitan su integración natural en los lienzos e instalaciones del autor, adquiriendo una importante densidad corpórea repleta de significados. Por otro lado, la naturaleza del textil  y las cualidades expresivas que proporciona, estimulan la creatividad artística hacia vías de comunicación alegóricas de especial sutileza.

    En las obras de Badri Lomsianidze se percibe un profundo equilibrio entre el expresionismo y la pureza de las formas clásicas.  El perfil renacentista de un rostro de mujer o la representación de un bodegón tradicional conviven con el trazo impulsivo y enérgico que impregna toda su producción. Son piezas únicas, experimentales, espontáneas, pero siempre bellas. El placer visual y sensorial es una premisa para el artista, que ha ido evolucionando hacia formas y materiales de trabajo cada vez más armoniosos: la incorporación de transparencias, mayor suavidad en la paleta de colores y, sobre todo, la presencia destacada de tejidos ligeros y delicados.

    La utilización de recursos tan heterogéneos contribuye a la creación de una obra que se caracteriza por su pluralidad semántica y técnica, además de por su marcado carácter propio y reconocible. Por otro lado, la intimidad que envuelve todo su trabajo no impide que el inquietante universo del artista esté abierto a la imaginación del espectador. El público se deja llevar por escenarios decadentes y  personajes que no pertenecen a ningún tiempo o lugar, para construir una historia  propia de la que desconoce el final.

     

    TELAS Y TRANSPARENCIAS

    Se dice que somos transparentes cuando dejamos ver a través, cuando las capas que conforman nuestra esencia matérica y espiritual son permeables y permiten adivinar aquello que hay detrás, en el fondo, en el alma. Las obras de Badri Lomsianidze son así, invitan al espectador a ir adentrándose poco a poco en un mundo muy personal hasta llegar a su verdad escondida. Sin embargo, el camino no es fácil: para acceder a ellas, antes hay que ir destapando los velos que las revisten y engalanan.

    El autor materializa este proceso de “descubrimiento” a través de la superposición de imágenes y elementos  que conviven con naturalidad en una misma obra. Una de las claves en el desarrollo de esta forma de trabajar es la incorporación del textil en muchas de sus composiciones, lo que le permite ampliar el espectro de sensaciones  generadas en el público. Las telas aportan realismo, tridimensionalidad y textura a las obras,  estimulando el sentido del tacto y cambiando nuestra percepción sobre la representación fotográfica y pictórica al uso.

     

    LA CULTURA Y EL TRAJE

    La historia y la cultura son dos ejes centrales dentro de la obra de Badri Lomsianidze.  Este peso se evidencia a través de múltiples referencias directas e indirectas a su país de origen, como la utilización de ropajes tradicionales que dinamizan y añaden fuerza expresiva a las piezas. El autor está interesado en el traje como reflejo de la identidad cultural de una región y cómo vínculo con el pasado y las costumbres de una población determinada.Por otro lado, la inclusión de prendas reales en sus instalaciones sugiere presencias latentes y suscita inquietudes e interrogantes al que se enfrenta  a ellas.

     

     RETRATO Y LIENZO

    En el trabajo de Badri Lomsianidze, la figura humana y, en especial, el rostro son dos de los elementos que más capacidad tienen para generar inquietudes e interrogantes en el espectador. Se trata de retratos fotográficos que, sin embargo, suelen ser trasferidos al lienzo con la intención de ennoblecer la obra y dotarla de mayor plasticidad. La generalización de este soporte se produce en la época del Renacimiento, un periodo en el que eclosiona la retratística y cuyos maestros tanto han influido en la forma de mirar de Lomsianidze. Trasladar la fotografía al lienzo significa, en definitiva, vincular a los personajes con el clasicismo y con la historia del arte en Occidente.

     

    Texto de Nerea Ubieto

    Comisarias: Nerea Ubieto y Blanca Berlín

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